Wolverine no es Guepardo

Wolverine no es Guepardo

El papel de la cultura general en la traducción profesional

En los años 90 se estrenó un dibujo animado de Marvel Comics estelarizado por su equipo de superhéroes más popular en ese momento: Los hombres X. Al poco tiempo de ser estrenada en EUA, se realizó el doblaje al español para su transmisión en América Latina. La mayor parte de los personajes conservó el nombre con el que ya se les conocía en las historietas impresas; sin embargo, algo que a título personal me chocó, fue el nombre impuesto a uno de sus más icónicos personajes: Wolverine.

No me detendré a describir los poderes de Wolverine. Lo que quiero destacar es que el apelativo en las historietas rinde homenaje al salvajismo en una figura de origen canadiense y de corta estatura; a diferencia de las películas, en las historietas originales Wolverine mide solamente 1.50 m. De tal manera, el animal aludido es en realidad el carcayú (del sueco antiguo) o glotón (Gulo gulo), mamífero de la familia de los mustélidos, famoso por su mal temperamento y por atacar indiscriminadamente a presas y a depredadores mucho más grandes que él mismo.

No obstante, para la traducción del personaje para la televisión se optó por… guepardo.  Aquí es donde soy reacio en aceptar esa traducción por un motivo, rebuscado como pudiera parecer: los guepardos (Acynonix jubatus), en la vida real, son los únicos felinos (y no mustélidos) cuyas garras no son retráctiles. De hecho, si las comparamos con las garras de otros felinos como el leopardo, estas son más bien cortas, dado que su método de caza consiste en la gran velocidad a la que alcanzan a sus presas para derribarlas de un zarpazo.

Supongo que esta decisión de traducir y doblar el nombre de Wolverine (el personaje) se debió a razones de impacto comercial o de conveniencia técnica; hay que recordar que uno de los detalles críticos en el doblaje audiovisual es la sincronización del contenido con el movimiento de los labios.

Finalmente, lo que pretendo es enfatizar la importancia de que los traductores tengamos un amplo bagaje de cultura general para poder detectar estos casos y tomar la decisión más atinada, antes de que llegue en la lengua meta al público en general, so pena de que alguien en ese auditorio sea puntilloso como un servidor. Aprovecho también para destacar que cuestiones como estas ­son algunos de los peligros de confiar ciegamente en las plataformas de traducción instantánea, pues al perder el contexto de las oraciones, solo contribuyen a desvirtuarlo.  Afortunadamente, ya para las películas producidas de estos superhéroes como protagonistas a partir del año 2000, al personaje de Wolverine solamente se le nombraba Logan, lo que puso fin a la controversia.

Scroll to Top